Always..

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viernes, 11 de julio de 2014

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Puede que nunca llegues a leer esto, es más; puede que nunca llegue a enviarte esta carta, pero es tan grande el dolor que siento que sólo así encuentro un poco de consuelo, escribiéndote.

Te quiero, te amo, nunca creí en los amores a primera vista hasta que te vi, quizás nunca experimenté lo que es amor hasta que te conocí, quizás no; seguramente... Y quizás, quizás no; seguramente, nunca más lo vuelva a experimentar. No es algo que me quite el sueño por las noches, la verdad, ya que todo lo que he querido y tenido que vivir ha sido contigo y lo que teníamos, o tenemos, o nunca dejaremos de tener, nos pertenece solo a ti y a mi.

¿Que si te echo de menos? Supongo que después de tanto tiempo compites en importancia con mi oxígeno y me temo que en un cuerpo a cuerpo sigues ganando tú... Así que sí, te echo de menos. Sé, espero, quiero pensar que, tú también me echas de menos a mi, tanto que te consume por dentro, tanto que cuando deje de arder nuestra pena, si es que deja de arder algún día, nadie podrá barrer mis cenizas, nadie podrá borrar mis besos y nadie podrá coser mi herida. 

Te seré sincera, escribo con la esperanza de que esta no sea mi última carta; sino que, dentro de un tiempo (meses, años... Quién sabe cuánto exactamente) podamos leerla juntos, será la primera, el primer paso hacia el perdón, el primer escalón subido para alcanzar la tregua, la paz, el amor, la felicidad, nuestro pequeño pedazo de cielo.  
Seguramente ya hayas dejado de leer, o ni hayas empezado a hacerlo, pero cuando llegue ese día, y esté acomodada sobre ti leyéndote esto en voz alta, todo cuanto deseábamos ya se habrá cumplido o estará camino de hacerse real... Ya habremos vuelto a nuestra vida de siempre. Volverán a tener tus besos la función de alarma por las mañanas, volverá mi cuerpo a encajar a la perfección entre tus brazos, volverá... Volveremos a ser uno solo. 

Y es que, aunque ahora te odie y me duela hasta el más pequeño y desconocido músculo de mi cuerpo, no puedo sacarte de mi cabeza, mucho menos de mi corazón... ¿Qué será de mi ahora que no estas? Eres la historia que nunca me canso de leer y duele, demasiado, tanto que te escribo para así imaginar que te tengo cerca, para olvidarme durante unos pocos minutos que ya no somos nosotros, que ahora eres tú y, desgraciadamente, soy yo. 

Estoy alargando demasiado esto... No quiero parar de escribir, por mí seguiría hasta talar todos los árboles del Amazonas pero soy consciente de que esto no nos hace ningún bien realmente, a mi por escribir y a ti, suponiendo que haya llegado esto a tus manos, por leer. 

Te pido que me esperes, que consumirme por y sin ti valga la pena... 
Te pido que me perdones como yo te perdonaré a ti...

Te pido, te ruego, suplico e imploro que me busques, me quieras, me ames y, sobre todo, añores en la distancia los días felices, que recrees en tu mente hasta el más pequeño momento de felicidad que vivimos juntos... Vivamos en el pasado hasta que seamos capaces de vivir en el presente. 

Dolorosa, paciente e intensamente tuya. 

jueves, 29 de mayo de 2014

Sin nombre, ea.

Querido lector, esta historia, como otras muchas, no tiene un final feliz, o sí, quién sabe, no es algo que esta noche pueda afirmar a ciencia cierta.
No empieza con el típico "érase una vez", ni trata del típico encontronazo de dos desconocidos que se juran amor eterno con la mirada, probablemente, ni siquiera haya un amor real.
Es una historia escrita sobre la marcha, quizás, ni siquiera llegues a leer estas líneas, quizás se quede como otro borrador que no llegará ni a oler la publicación... Pero, querido lector, si estás leyendo esto, te deseo la paciencia necesaria que estoy teniendo yo para escribirla.


Estaba destrozada, abatida, borracha de pena, vacía de alegría... Puede ser que el cúmulo de esos adjetivos fueran los culpables que la llevaron a ese puente aquella lluviosa noche.

¿Qué tenía? Nada, o todo, todo a medias, sin acabar, eso tenía. Un trabajo que no le llenaba a juego con una relación firmada con tinta en vez de con besos de amor, unos amigos con complejo de Judas que juzgaban a modo de Inquisición lo justo como un pecado capital. Nada, al fin y al cabo. 
Y allí estaba, con su botella de tequila a medio a medias, para no desentonar.

Todo el mundo desea una muerte digna, un acto heroico con el que recordarles, un último suspiro cogiendo la mano de quien te ama, una última risa rodeado de los que siempre han estado ahí. Ella solo deseaba una muerte a secas, rápida a ser posible.

Disfrutó de su último trago y saboreó las que serían sus últimas gotas de lluvia mojando su cara, quería irse de este mundo de la manera más satisfactoria supongo; satisfactoria y fugaz, nadie sabía de sus planes, ni cartas, ni llamadas, se había estado preparando esa semana. Se había aferrado a su pequeña lista de personas a las que considerar medianamente importantes y los había abrazado hasta impregnarse de su aroma, los había besado hasta obtener su sabor y todo ello, con la mejor sonrisa peor fingida de la historia. 

Fueron gestos tan rápidos... Primero un pie, luego el otro. Se vio así misma por un instante al otro lado de la barandilla, como si fuese testigo de su propia osadía al quedar de esa manera tan improvisada y prematura con la muerte, le recitó incluso su poema favorito antes de saltar, y saltó, creedme, ella saltó... La pena que había albergado actuó a modo de ancla encadenada a sus tobillos.

Saltó... Y sobrevivió.

Ahora sí, querido lector, es aquí donde comienza esta historia.


Me saltaré los pasos de cómo un anónimo conductor (sin mayor interés en la historia que el de ser quién llamó a una ambulancia) la salvó, de cómo su dolorido cuerpo con el paso de los días se iba estabilizando, de cómo aquellos sorprendidos por la noticia iban día sí, día también; a visitarla con la esperanza de que fuese ese día el elegido para que ella despertase, con la que solía ser una mente amueblada, dispuesta a resolver miles de enigmas. Los días se convirtieron en semanas me temo. Y me temo, también, que ella al fin despertó.

Fue domingo, tal vez, no sé que importancia tiene el día de la semana, así que digamos que fue un domingo  y todos contentos.





lunes, 28 de abril de 2014

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Llevaba ojeras ese día, claro que ella siempre tenía esas dichosas marcas azuladas bajo sus ojos, pero ese día se le notaban más de lo normal, y para colmo tenía que salir con ese aspecto a la calle.
No quería salir, no quería ver a nadie, no estaba para que la gente la viese, su cara parecía llevar un cartel luminoso que pregonaba que se había pasado la noche anterior llorando, estaba cansada, abatida y solo quería pasarse el día en la cama.

¿Se enfadaría alguien si fingiese estar mala con fiebre? Desgraciadamente sí, tenía que ir, tenía que salir y tenía que recomponerse, y cuanto antes lo hiciese mejor.


Se había prometido así misma salir de la cama a en punto y de eso hacía ya veinte minutos, tenía que levantarse, ducharse y camuflar su tristeza con un vestido y maquillaje. Era noche de chicas, noche estúpida de chicas... Pero con quién iba a estar mejor que con ellas, era su familia, su apoyo y su pañuelo de lágrimas en momentos como ese.


Esa noche daban una fiesta y hacía ya días que había pagado, ya tenía escusa para obligarse a ir.


Iba horrible, la cara y el pelo competían por ver quién daba más pena, lo peor es que ganaba su vestido... Era inútil maquillarse si no dejaba de llorar, se había pintado los ojos varias veces y parecía ya un mapache. "Respira hondo y cálmate", supongo que fue esa frase la que consiguió poner sus pensamientos en orden porque acto seguido se deshizo del vestido y del maquillaje.


Tenía que disfrazarse, tenía que fingir estar estupenda y con ese lastre no iba a conseguirlo, llegaría tarde; sí, pero mejor tarde que así. Corriendo rebuscó en su armario y encontró un vestido de su agrado, era de un color rosa claro combinado con encaje negro alrededor del escote, ése serviría.


Un problema menos, el vestido le gustaba. A continuación se dirigió al espejo y sacó su arsenal de pinturas, iba a optar por un maquillaje sencillo y claro, para ir como una fulana siempre había tiempo. Sonrió al darse cuenta que el pensar realmente como ir la distraía de su triste realidad, ya incluso barajaba la posibilidad de pasarlo bien en aquella fiesta, allí estaría con sus amigas, con personas que la querían, personas que no fingían, que no la utilizaban, que no le hacían perder el tiempo y, sobre todo, que se preocupaban por ella y no pensaban solo en sí mismas.


-¡Llegas tarde! Pero estás guapa, solo por eso te perdono.


-Ya sabes que soy un desastre con la hora, no sé por qué te sorprendes.


-Cierto... Aunque dijimos que seríamos puntuales, es igual. Ya había perdido la esperanza, pensaba que no ibas a venir y... Aquí estas, me alegro de verte.


-Supongo que ambas pensábamos lo mismo pero la cama puede esperar, llevo allí todo el día.


-¡Por supuesto que puede esperar! ¡Tengo que presentarte gente! Están aquí los amigos de mi hermano y se mueren por conocerte...


-¡Genial! Échame antes lejía en la bebida por favor, líbrame ya de todo sufrimiento.


-No te soporto cuando te pones dramática, ¿te lo he dicho alguna vez? No hay nada de malo en conocer gente nueva e ignorar la vieja.


-Esa misma frase me ha dejado así.


-No fue la frase, no culpes a un puñado de palabras por los errores que cometen otros, no es justo. Escucha... Se que no tienes especial interés en estar aquí, te entiendo, bueno no te entiendo, tú vales más y sin embargo eres la que peor está, por no decirte que eres la única que está mal. Que le den.


-Te quiero.


-Y yo, y no pienso dejar que mi mejor amiga esté mal por un tío que debería besar el suelo que pisas. Hay más peces, hay un océano entero de peces que desde que has llegado no te quitan ojo... Alguno habrá que sea tu tipo.


-El de la barra...


-Son todos deportistas y guapos y solteros y... ¿Concretamente cuál es?


-El de tapón azul que no me quita ojo.


-El de tapón az.. Cinco tíos en la barra y tú eliges el vodka, muy bien. Así se supera un bache.


-Si si si... Si me necesitas sabes donde estoy, no me presentes a nadie a no ser que sea realmente mi tipo.


-Alcohólica.


Hombres... Sí, en eso estaba pensando ella, estaba hecha una mierda por confiar en uno y se iba a fijar en otro, ajá. 


Se sentó en la barra y compartió sus penas con la botella.


martes, 15 de abril de 2014

Coffee.

Llevo como una hora sentada en mi peculiar sillón, intentando escribir algo que considere "bueno" y hasta hora lo que llevo es : un crucigrama hecho, la ropa doblada y guardada en sus correspondientes cajones y he llegado a la conclusión que la ventana tiene los cristales sucios... Amo a mi cerebro, en los mejores momentos, cuando le necesito, decide que no tiene nada importante que aportarme, shit.

Bueno... El caso es que quería llevar constancia, ya sabéis, para no escribir de mes en mes como en el tintero, pero me temo que estoy bloqueada, no bloqueada... Estoy "bien", en mi estado de ánimo normal, el cuál es una mierda porque a la hora de escribir no me dice nada. Lo admito, soy de esas personas que solo escriben cuando están tristes, decepcionadas, enfadadas, llenas de ira... Poned el sentimiento que queráis, pero necesito emociones asquerosas para tener algo que deciros. 

Paso, voy a contaros una historia mejor... 

Hace no mucho, hablando en semanas, de estas veces que no tienes nada que hacer y optas por salir a dar una simple vuelta, de estas que te sobra el mundo entero y solo quieres leer para evitar hacer una estupidez... Y acabas en una cafetería.

Amo los capuccinos pero esa vez, decidí que no me pediría el estúpido capuccino de canela que tanta gente ha memorizado como mi café favorito, opté por un café con leche, normal, corriente, sin nada en especial salvo por la persona que me lo sirvió.

Os va a sonar a un típico personaje mío pero es simplemente porque mi prototipo de hombre "atractivo" es ese (para gustos los colores), os lo describo:

Un muchacho de unos...¿Veintitrés? Puede que año arriba, año abajo... El caso, joven, de un color de ojos azul verdoso perfecto, el pelo corto (aunque para mi gusto debería pelarse ya) y con la típica barbita de tres días que tan sexy le sienta a hombres guapos como a ese. De cuerpo, nada mal señoras, NADA MAL, muchas lo tacharíais de normal por no tener una uve o un rayador de queso a modo de abdominales pero es que... A mi me pueden los hombres corrientes. 

En fin, que era mono... Me senté al final de la cafetería y me puse con el asqueroso e-book que tanto odio, estaba terminando un libro por segunda o tercera vez (Bestial de Alex Finn, lo recomiendo) cuando me trajo mi café, la verdad es que era tarde para tomar café. Eran ya las siete y media de la tarde.

Y nada, me habló por whatsapp alguien que me hizo resoplar y guardar el móvil en el bolso, ya ni recuerdo por qué motivo esta vez hice eso... En fin.

-No me gustaría ser ese móvil ahora mismo, le queda poca vida por delante si te envían otro mensaje más.

-Si no fuera porque sé que no es más que un pobre mensajero y que no tendré otro si rompo este... Ya estaría hecho un puzzle en el suelo.

-Jajajaja, mente fría... Anímate, ha hecho un buen día hoy y estamos tranquilos aquí, que otros días ni con auriculares podrías leer, ¿qué lees por cierto?

-Y tanto... Ufff, si te lo digo ya vas a etiquetarme como una cursi.

-Jajajaja prometo no poner etiqueta, a mi también me gusta leer... Estoy con Follet ahora.

-¡Qué valor! Sus libros son buenos pero laaaaaargos, yo con Alex Finn, no sabes quién es, lo sé. Es la autora de Bestial, no sabes que libro es, lo sé, es una adaptación de la Bella y la Bestia en el siglo XXI.

-Lo sé, tengo hermanas, leen también. Fallaste.

-Ups... Jajaja perdón, que conste que mucha gente, tías incluídas, no saben cual es... En mi defensa diré que no todo lo que leo son cosas así, pero es mi princesa de Disney favorita y tenía que leérmelo.

-Pues sigue que no te molesto, vuelvo a la barra  y a no ser que solicites algo, no vendré para esta zona. Me pillas lejos... Ya podrías acercarte más, así no daría este paseo.

-Flojera lo llaman... ¿Eso le dices a los clientes? Porque entonces normal que esté esto tan tranquilo jajaja.

-Yo soy un buen camarero, me reclaman en la barra... Esa que está a kilómetros de esta mesa, que te aproveche el café guapa.

-Gracias.

Dejé de leer al momento, "¿me acercaba a la barra? ¿Para qué? Si no quiero nada, si voy pensará que quiero coquetear con él, ¿eso quiero? Él quiere eso desde luego... O no, lo mismo soy una mal pens... Me ha sonreído. Vale, él quiere que vaya, quiero ir, pero quiero ir porque estoy enfadada, no es escusa... No, de hecho es una estupidez. Me quedo aquí." Bajé la cabeza, fingí leer un rato más, di dos o tres sorbos al café que ya no quemaba tanto y de vez en cuando observaba como limpiaba las mesas que estaban cerca de la puerta, hubo dos o tres veces que me pilló, en lugar de disimular el muy descarado me sonreía y me aguantaba la mirada hasta que conseguía hacerme bajar la cabeza sonrojada. Estúpido.

Cuando me terminé el café decidí irme antes de seguir con el tira y afloja de miradas, me había quedado más de la cuenta y el café desde luego ya no se podía ni beber. Al guardar el -book en el bolso reparé en el móvil... Ni siquiera había leído su whatsapp con el enfado, desbloqueé la pantalla y para mi sorpresa ni siquiera era un mensaje, una simple imagen, genial... Volvió el enfado. 

Suspiré y cogí la taza de café para dejársela en la barra aprovechando que se había ido a fuera a recoger lo que había en las otras mesas, le dejaría el dinero al lado y saldría pitando.

-¿Ahora te acercas a la barra? ¿Cuando no estoy y te vas?

-Estabas ocupado... No quería entorpecer.

-Estaba ahorrando tiempo para cuando decidieras venir hacia aquí, así podía estar más libre.

-Vaya por Dios... ¿Un euro con veinte?

-Gratis si te quedas un rato más para hacerme compañía, solo quedan dos mesas y  una son unas viejas contándose sus enfermedades y presumiendo de sus hijos, no molestaran en un buen rato.

-Es tarde y está feo irme sin pagar jajaja

-Tarde para café pero no es tarde. Insisto... Gratis, si te quedas un rato más.

-Bueno pero porque quiero un café gratis y no tengo nada mejor...

-Hala, que agradable oírte decir eso... Jajaja ¿Cómo te llamas?

-Nombre verdadero.

-Qué nombre más bonito, te pega. ¿Yo de qué tengo cara?

-Ufff... Soy malísima para esto jajaja ¿Jose? ¿Nico? ¿Carlos? Puedo estar así todo el día...

-Sergio.

-Me gusta, no es horrible y dime camarero, entre que les dices a tus clientes que se acerquen que no quieres andar y dejas cafés gratis... ¿Cómo es que no te han despedido ya?

-Solo he dejado dos cafés gratis en estos meses que llevo aquí, uno a mi madre y el otro a ti, siéntete halagada y esas cosas jajaja y lo de acercarte... Hubiese ido yo encantado pero lo mismo no querías compañia, por eso te dije que te acercaras tú...

-Eso, que la mujer de el primer paso.

-Lo di yo cambiándole el turno a mi compañera, debería estar en casa ya pero... Me quedé un rato más.

-Ohh... ¿Por mí? 

-Se podría decir que sí.

-Bueno... Es tarde ya, ahora sí tengo que irme.

-Lo suponía, tienes novio.

-No.

-¿No soy tu tipo?

-Jajaja... Te sorprendería saber que eres del todo mi tipo.

-Entonces me he perdido... No hay chico a la vista y soy tu tipo, ¿qué está mal?

-La hora, debo irme.

-Bueno... No me lo creo, pero vale...

-Perdona y gracias por el café.

-De nada, ¿ese móvil tuyo sigue funcionando o lo has roto ya? 

-Sigue funcionando jajaja.

-Entonces, supongamos, que eres tan amable de darme tu número, por lo menos, y que yo, casualmente, te hablo por whatsapp... ¿Responderías? ¿O iría de nuevo al bolso?

-Suponiendo que te lo de, respondería... Pero es un suponer.

-Pues hagamoslo real, Seis... ¿Qué más?

-Otro día.

-¿Seis otro día? ¿Qué compañía tienes?

-Jajaja... Otro día vendré, me sentaré en el mismo sitio en el que he estado y tú, te sentaras a la mesa conmigo, un día que no hagas de camarero.

-Pfff... Para ese día aún queda mucho, estaré de tarde hasta... ¿Mediados de abril? Por lo menos... 

-Sé esperar.

-El 16, el 16 vendrás a las cinco de la tarde y te estaré esperando aquí, tomaremos café, te diré lo guapa que vas y te pediré el whatsapp... Y tú me lo darás si me porto bien.

-Hecho jajaja, el 16 de abril a las cinco de la tarde, apuntado. Ahora tengo que irme.

-Tienes tiempo para ordenar tus ideas... Mucho tiempo en esta cafetería para saber cuando alguien viene enfadado y he reconocido el tipo de enfado que tienes.

-¿Tan evidente es?

-Bueno, digamos que yo no te dejaría tomar café sola con un camarero tan guapo trabajando y solo escribirte un whatsapp... Estaría sentado directamente a tu lado, mi opinión simplemente.

-Jajajaja, un placer conocerte Sergio.

-Lo mismo digo, te veo el 16.





7 de Marzo de 1919

Carta de Agnes von Kukowsky a Ernest Hemingway.

Ernie, mi querido muchacho.

Te escribo muy entrada la noche después de haber reflexionado un buen rato, y temo que te va a doler, aunque estoy segura de que no por mucho tiempo. Durante bastante tiempo antes de que te fueras quise convencerme de que lo nuestro eran unas auténticas relaciones amorosas, porque nunca estábamos de acuerdo y las discusiones me dejaban tan agotada que al final cedía para evitar que cometieras una locura.

Ahora que ya llevo dos meses lejos de ti, se que te sigo apreciando, pero más como una madre que como una novia. Podría decir que soy una chiquilla pero no es cierto, y a medida que pasa el tiempo cada vez lo soy menos. Por consiguiente, mi Niño (para mí sigues siendo un Niño y siempre lo serás), ¿podrás perdonarme algún día el desengaño que involuntariamente te he causado? Tú sabes que no soy mala y no quiero hacer daño, pero ahora me doy cuenta de que al principio yo fui la culpable de que tú te interesaras por mí y lo siento en el alma. Sin embargo, soy y siempre seré mayor para ti y la verdad es que no puedo pasar por alto el que no seas más que un muchacho... Un niño.

Intuyo que algún día tendré motivos para sentirme orgullosa de ti pero yo no puedo esperar ese día, mi querido muchacho, y no está bien precipitar una carrera.

Intenté hacerte comprender un poco lo que pensaba durante aquel viaje de Padua a Milán, pero tú te comportaste como un niño mimado y yo no me atreví a seguir causándote daño. Ahora tengo valor porque estoy lejos.

Bueno, puedes creerme si te digo que eso también ha sido una sopresa para mi... pienso, casarme muy pronto. Y espero y rezo para que, después de reflexionar debidamente, me llegues a perdonar, inicies una maravillosa carrera y demuestres la clase de hombre que realmente eres.

Con toda mi admiración y todo
mi aprecio,
Tu amiga

Aggie.

domingo, 13 de abril de 2014

A mí me gustaría.

¿No os gustaría ser esa pareja que pasea de la mano sonriente? Esa que entre besos y risas se declara su amor sin miedo, sin celos, sin nada que estropee ese momento...

Pasear, ir a cenar a la luz de una vela, cogeros de la mano y simplemente, cerrar los ojos, suspirar, hacer una foto mental de ese momento y desear con todas vuestras fuerzas detener el tiempo en ese mismo instante... O no, dejar que siga su curso con la seguridad de que habrá más y mejores como ese...

Pasar la noche juntos, con música de fondo y bailar desnudos para que a la mañana siguiente, el primero que salga de la cama pierde y le lleva el desayuno a la cama al otro con una sonrisa que eclipse al sol. Y tras, desayunar y hacer el amor nuevamente, ir a la ducha con la ilusión de que cuando salgas él, ella, estará ahí esperándote.

¿No os gustaría?

Yo podría acostumbrarme a esa vida, a una vida colmada de abrazos, besos, de "quédate un rato más", de "no te vayas aún" , de "¿me quieres?", de "te quiero", de simplemente permanecer a su lado y pasar los millones de momentos que hay inmortalizados en el móvil a cualquier red para, cada vez que me conecte, poder recordar lo felices que somos juntos.

¿No os gustaría?

Mirar un día el calendario y ver cómo lo que antes eran días ahora son años, ver cómo pasa el tiempo y seguir igual de feliz que el primer día, saborear cada beso como si fuese el primero, jugar con su pelo y sentir que es la primera vez que lo tocas...

Que cada año que pase sea distinto, sea mejor, sin mentiras, sin guerras frías, con malentendidos tontos, con besos en señal de bandera blanca, con ese amor que no te deja pensar en los "y si..."

¿No os gustaría?

A mi me gustaría...

A salvo.

Estaba tan cansada de los hombres, de sus mentiras, de su juego, de la amplia gama de torturas que podía vivir con uno cerca, que decidió enterrar su corazón allí donde tantas veces él le había jurado amor eterno.

"¿Y qué si no puedo sentir?" se preguntaba mientras aplanaba la tierra de la que era la tumba de la poca humanidad que le quedaba, "El amor exige un precio muy alto de sufrimiento, y ya no lo puedo ni quiero pagar". 

Cuando hubo acabado el trabajo no puedo evitar inclinarse sobre el suelo y acercar su oreja a éste, allí estaba, podía escuchar el latido del que había sido hasta hace unos segundos su corazón, era un latido firme y rítmico, parecía incluso el inicio de una canción. Se entristeció al pensar en lo solo que iba a estar allí, él no tenía la culpa, había sido una victima al igual que ella y sin embargo estaba pagando el error de otros, estaba tan indefenso allí...

"Indefenso no, seguro" se repetía mientras recogía una a una las lágrimas que salían de sus ojos "esto no es una tumba, es un refugio... Aquí estarás a salvo, te lo prometo". 

Ella nunca volvió a por él y él, conforme iban desvaneciéndose sus esperanzas de ver a su dueña, se transformaba poco a poco en una piedra. 

Hasta que un día dejó de sonar su canción en aquel lugar tan impregnado de recuerdos.